El pinchazo quedó registrado en la cintateca de los servicios secretos: «S.M 4-10-90»
La grabación realizada al Rey por el CESID coronaba una operación de escuchas ilegales a políticos, empresarios, abogados y periodistas, entre otras profesiones, que pudieron ser utilizadas para ejercer presiones y obtener a cambio ciertos favores.
Es cierto que Alonso Manglano se deshizo del original de la cinta con la grabación de Don Juan Carlos, entregándola directamente al jefe de la Casa del Rey en Zarzuela, pero el teniente general o alguien su Gabinete pudieron haber realizado antes una copia, algo que entraría dentro de la lógica en un servicio secreto. O también pudieron hacerse copias en La Zarzuela. Pero, independientemente de lo que decidieran personalmente los dos generales o sus respectivos equipos, las pruebas han demostrado después que el propio CESID archivó una copia en la Cintateca, como se reflejaba en un estadillo elaborado por su Departamento de Escuchas, que se reproduce en estas páginas.
La cinta de la conversación del Rey con su amigo hablando de Marta Gayá quedó registrada en el puesto 38 del listado de la Cintateca del CESID, con la fecha de la grabación, el 4 de octubre de 1990. En la casilla correspondiente a la posible existencia de una “copia” aparece un “sí” y en la de “fecha de salida”, el «04-10-90» En el cuadrante referido a “operación” aparece la leyenda “S.M”. En el de frecuencia: “TM 900”. Los apartados “Asunto”, “Idioma” y “Fecha de entrada” están en blanco, marcados con una raya horizontal. Y lo más importante: en la franja dedicada a “Observaciones” aparece la anotación: “En mano AK”.
“AK” eran las iniciales que correspondían, desde la época de José Luis Cortina, al jefe de la AOME. En aquellas fechas, la unidad operativa del espionaje estaba dirigida por el coronel Juan Alberto Perote que reconoció la entrega de la cinta al director del Centro. En la terminología interna del CESID los grupos de acción se llamaban “K” y Emilio Alonso Manglano era conocido en el servicio secreto como “RA”, en referencia al Dios egipcio.
En esas fechas, el responsable de la Cintateca era el teniente coronel Conde, que había relevado a Perote. El nuevo responsable de las escuchas había modernizado el servicio con nuevos equipos electrónicos. A finales de 1990, el CESID tenía controlados más de cien teléfonos móviles, que estaban sometidos a un seguimiento, como quedó demostrado en el juicio de las Escuchas.
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